viernes, 27 de junio de 2014

Menudo chasco!!

Habéis sido dos las que han acertado con la cicatriz de la varicela. Fué la de la cabeza, se quedó ahí como dos meses justo encima de la oreja tirando a la sien izquierda y parecía una postilla. Se fué secando con el tiempo y un día se separó de la cabeza.

Pobre yooo!!! no solo no de despegó, se quedó pegada al pelo y tuve que tirar con cuidadito y sacar los pelos que habían crecido sobre ella, ¿conclusión? se me quedó una calva como una moneda de 25 pts (que antigua por Dios).

Bueno pues he vuelto a publicar la entrada pensando que se publicaría tal cual encima de la de ayer... pero no. Parece ser que se publicaría la ultima porque ahí no ha aparecido.. y yo que quería publicar también los comentarios y tal ainsss...
Así que bueno, os copio la entrada aqui y generamos comentarios nuevos jejeje y las que comentásteis en la otra no dejéis de comentar aqui, que me gusta ver lo que pensais años despues, está tal cual, no he cambiado nada.


La bici, gran amiga para unos y enemiga para otros.

Os voy a contar un secreto.
Desde los tres años a los cinco mi padre trabajó de guarda en una finca. Vivíamos allí en lo alto de la finca en una casita de dos habitaciones. La cocina era minúscula, un pasillito con una ventana por la que mi madre me daba el jarro de plastico azul para que mi padre me ordeñara el vaso de leche y el bocadillo de mantequilla y chorizo.
El dueño de la finca era un señor mayor casado pero que no tenía hijos. El marido de su sobrina era el que gestionaba la finca y el jefe de mi padre. Su casa esta en la entrada de la finca y hay una cuesta que comunica la casa con la casita del guarda.
Cuando vas subiendo la cuesta para ir a la casita del guarda hay un camino a la izquierda que lleva a la majá de los guarros y a la derecha un huertecito que mi padre se encargaba de mantener y vallar.

Yo tenía un pastor alemán. Era super protector conmigo y jamás me mordió, me atacó o intentó hacerme daño, al contrario, me salvó la vida en una ocasión, se llamaba O.
O estaba durante el día encadenado a una encina al lado de la casita. Era imprescindible pues de otra manera tendríamos que desacernos de él, pero durante la noche, mi padre lo soltaba y campaba a sus anchas por la finca y el pueblo, le encantaba asomarse a mi ventana y dormir conmigo, nunca en la cama, eso no le gustaba él prefería dormir a mi lado pero en el suelo.

Recuerdo la primera vez que lo hizo. A la luz de la luna empezó a golpear con el hocico en mi ventana, le abrí y entró de un salto, estuvo toda la noche sin hacer ruido ni ladrar, hasta que por la mañana cuando escuchó a mi padre inexplicablemente se metió debajo de la cama. Esto lo sé porque mi padre empezó a llamarlo como todas las mañanas y O no aparecía. Cuando entró a despertarme me dijo que el perro había desaparecido, yo me extrañé porque la ventana estaba cerrada y no había podido salir y le dije a mi padre que O había dormido conmigo, así fue como mi padre miró debajo de la cama y lo vió asustado porque le fueran a regañar.

Os dije que os iba a contar un secreto y os estoy hablando de mi perro... en fin, solo quería describiros la finca para que os situárais.
Como sabéis mis abuelos viven en otro pueblo. Era mi cumpleaños y vinieron a traerme mi regalo. Los pobres, vinieron en el autobús con la bicicleta mas bonita del mundo: Rosa jijiji. Tenía sus ruedines, su soporte encima de la rueda trasera para llevar algo o alguien y podía ponerle una cesta. A mí me gusto mucho, tanto que me subí a ella e hice lo que nunca debí hacer: me tiré la cuesta abajo.
He de aclarar que era un carril mas que una cuesta, todo lleno de baches y piedras y que era la primera vez que montaba en bici ¿que pasó?
Ahí va la Meren, bajando cual piloto de carreras en su bici (rosa) con los pelos al viento, saltanto entre baches y ajena a los gritos de su madre y las carreras de su padre para sujetarla. Llegó tarde. Cuando me alcanzó yo me había estampado en el huerto, estaba llorando entre las lechugas, rodeada por ruedas y trozos de malla metálica y milagrosamente con las gafas intactas. (creo que eso fue lo que me salvó, no romperme las gafas)

Desde ese momento le cogí miedo a la bici. No la quería ni ver, me daba muchisimo miedo y yo era más feliz con mis muñecas que estampándome en el huerto. Tanto miedo le cogí que solo me montaba en mi casa. (a los pocos meses mi padre dejó de trabajar allí y se compraron su actual casa) Por el pasillo desde la calle hasta el patio o como mucho si mi madre venía conmigo en la calle pero en lo llanito ¿eh? Conclusión: no sé montar en bici.
Y nó porque no lo haya intentado después. Mi madre guardó la bici en el doblao (o desván, el hueco del tejado de la casa al techo) y ahí sigue, pero yo hace unos 5 años quise aprender, así que le pedí la bici a mi compañero de piso (era una de montaña, super grande para mi) y me fuí con mi ex a aprender a la parada de autobuses, dando vueltas en el aparcamiento. Le cogí el truco del equilibrio estupendamente, el problema venía a la hora de girar que no era capaz, me paralizaba el miedo y me estampaba contra el acerado (y menos mal porque había unos macetones de hormigon que no veas).

Así que ya lo sabéis. No sé montar en bici, es mi estigma, mi secreto (ahora ya no) y el motivo de burla de todos los que me conocen ¿en serio no sabes montar en bici? jajajajaja.
Y vosotros, ¿hay algo que como niños hubiérais debido aprender y no sabéis? Podéis decirlo, nos servirá de terapia a ambos.

jueves, 26 de junio de 2014

De cuando pasé la varicela.

Hoy he leído la entrada de Mamá en Bulgaria sobre la vacuna de la tuberculosis y como le estaba dejando un testamento de comentario he decidido que mejor escribía una entrada y así mato dos pájaros de un tiro que tengo el blog más abandonao que una bicicleta en un trastero.

Yo me fuí de casa a los 18 años. Bueno, los cumplí dos dias despues de que mis padres me dejaran sola en un piso en un campo de golf con mi ordenador y mi maleta. Me iba a estudiar cocina en una Escuela de hostelería y se abría un mundo enorme para mí.

Como he dicho estaba sola y mi por entonces novio estudiaba en la ciudad donde vivo yo ahora así que venía aqui a pasar algunos fines de semana, otros me iba a casa de mis padres o a la de los suyos en otro pueblo pero nunca me quedaba en el piso excepto cuando venían mis padres a hacerme la compra del mes.
Si, me fui de casa, mi madre me mantenía pero jamás en dos años tuvo que limpiarme un plato, ni un cristal ni mandarme tuppers, yo era autosuficiente en ese sentido. Desde entonces vivo fuera de casa, ya son casi 10 años.

Mi madre me llamó para decirme que mi hermana tenía la varicela. En su cole la tenían varios niños y ya sabemos que es una enfermedad contagiosa. La varicela es muy jodida porque es contagiosa mientras se está incubando, cuando te han salido las ronchas y tienes fiebre ya no lo es. Pues a la semana siguiente mi hermana tenía ya las ronchas y apenas tenía fiebre así que vinieron a hacerme la compra del mes.

Dos días más tarde mi madre empezó a tener fiebre. Al día siguiente se levantó con las ronchas por todo el cuerpo.

Yo rezaba. Que no me lo haya pegado, que no me lo haya pegado, pero pasaron los días y yo no tenía síntomas así que me fuí a pasar el fin de semana con el pariento. El domingo por la noche tenía que cojer el autobús para volverme a casa pero tenía fiebre y me picaba la cabeza en un punto concreto, me rasqué y me quité una costra, pero pensaba que sería jabón, como tengo un pelo tan espeso puede ser que me queden restos de vez en cuando, me quedé en su casa y al día siguiente no tenía fiebre.

Me libré!! Como no tenía fiebre me fui a la escuela tan tranquila y no tuve más problemas hasta el Miercoles. Yo me levanté tan tranquila y se me había olvidado ya la varicela me fui a la escuela y empecé mis clases como todos los dias pero a medio día empecé a tener fiebre. Mucha fiebre. Deliraba de fiebre. Así que me tuvieron que llevar a casa entre unos compañeros porque era incapaz de andar.
De como subí al piso y luego al dormitorio, me quité las lentillas y me puse el pijama mejor ni hablo, literalmente limpié el suelo jejeje y me acosté.

Por la tarde me encontraba mejor y fui a darme una ducha. Me miré al espejo y en la barriga había una roncha solitaria que ni me picaba, bueno, yo me callo, me quedo en casa y para el lunes estoy como una rosa y me voy a la escuela, total por una roncha no voy a llamar a mi madre pobrecita que todavía está con la varicela. Ja! que ingénua.

El Jueves me desperté. Me levanté. Y me miré al espejo. Y el grito se tuvo que escuchar hasta en Varsovia. Tenía todo el cuerpo minado de ronchas. La cara, los brazos, las piernas, el piticlín... incluso la costra que me quité de la cabeza el domingo había vuelto y cómo había vuelto!! la jodía picaba más que ninguna y la fiebre iba en aumento, mejor llamo a mi madre y que venga mi padre a recogerme.

Todo fué automático. Me metí en la cama. Cogí el móvil. Llamé a mi madre decidida a no armar ningún drama, solo es la varicela no pasa nada. Mi madre dijo ¿Digamé? y empecé a llorar.

Ahora me río y no sé como pude armar tanto escándalo. Empecé a llorar y no podía hablar, no se me entendía nada pero mi madre se lo imaginaba. Llamó al pariento que estaba más cerca para que me hiciera compañía mientras ellos llegaban.

Los días siguientes los recuerdo con una niebla producida por la fiebre. Recuerdo ir a la escuela a decir que tenía varicela y ver a mis profesores huyendo de mi. A Manzanita acariciandome el brazo y ofreciéndome su muñeca para que me hiciera compañía. A mi madre echandome los polvos que el médico les había recetado a las dos en TODO el cuerpo, sip, piticlín incluido que ya que nos ponemos las ronchas pican por todos lados y frio, mucho frío.

Afortunadamente solo tengo una cicatriz y ya no se ve. ¿Adivináis cual? Venga, si alguien lo adivina prometo volver a subir la entrada de cuando me regalaron la bicicleta, seguro que os tronchais las que no lo hayáis leido.